
El autismo es un trastorno del desarrollo que altera profundamente la capacidad del niño para comunicarse y que limita su desarrollo cognitivo y emocional. En la mayoría de los casos, aparece en edades muy tempranas, aunque en un pequeño porcentaje, sobre todo cuando no hay otros trastornos asociados, puede pasar desapercibido hasta que el niño alcanza la edad escolar.
Estos son algunos juegos y ejercicios para ayudar a un niño con autismo:
1. Jugar con las letras
Una gran parte de los niños con autismo tiene dificultades en el lenguaje. A menudo, desarrollan un vocabulario pobre y estructuras gramaticales incorrectas que les impide comunicarse con facilidad. Por ejemplo, puedes recortar algunas letras de cartón y colocarlas dentro de un calcetín grande. El juego consistirá en que el pequeño encuentre, dentro del calcetín, las letras que están en la cartulina, para hacer que coincidan. Cada vez que encuentre una letra puedes pronunciarla y motivarlo a que repita el sonido.
También puedes entregarle una letra e incentivarlo a que la busque por toda la casa, como si fuera un tesoro escondido. El niño se divertirá mucho y, a la misma vez, aprenderá a identificar las letras.
2. Jugar con números
Los niños con autismo experimentan una gran fascinación por los números, a pesar que a menudo son incapaces de comprender la lógica de los cálculos. Aún así, les encanta alinear o jugar siempre con la misma cantidad de objetos. Puedes aprovechar ese interés a tu favor para estimular sus habilidades numéricas.
Busca diferentes tipos de objetos y ten a mano algunas cajas donde puedas guardarlos. Por ejemplo, puedes encontrar algunos lápices, botones, pelotas o incluso calcetines y varias cajas acorde a estos tamaños. Cuando tengas todo, siéntate a jugar con el niño y pídele que ponga en cada caja un número determinado de objetos dependiendo de su forma, color o clase.
3. Haz que te escuche y comprenda
Uno de los mayores problemas de un niño con autismo es su dificultad para comunicarse con los demás. De hecho, la mayoría suelen hacer caso omiso de las conversaciones, las instrucciones o las preguntas, ya sea porque no comprenden o porque no les interesa.
El primer paso consiste en llamar la atención del niño antes de hablar. Ya sea tocándole el hombro o llamándolo por su nombre. El objetivo es que el niño se acostumbre a prestar atención cada vez que se le habla, así aumentan las probabilidades de que pueda comprender al menos una parte del mensaje.
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