Prefacio a la edición en español
Si las grandes figuras que establecieron las
bases de una nueva pedagogía musical, a semejanza
de los genios que revolucionaron la psicología
de este siglo, profundizaron en materia de
principios y ordenamientos psicopedagógicos,
quienes contribuyeron más ampliamente a enriquecer
el espectro de la educación musical en
las últimas décadas estuvieron interesados más
especialmente en el lenguaje musical y en los
materiales sonoros antes que en las técnicas de
transmisión y el aprendizaje de dicho lenguaje.
La adaptación y actualización de los profundos
y ya incuestionables principios de la
psicopedagogía musical enunciados por personalidades
de la talla de un E. Jaques Dalcroze
o de un Edgar Willems, entre otros –la necesidad
de dotar a la enseñanza de un carácter
práctico, activo, creador, dinámico; de aportar
una mayor conciencia en los procesos mentales
del aprendizaje; de establecer secuencias coherentes
desde el punto de vista psicológico, etcétera–
requería una generación de pedagogos
más directamente comprometidos con los procesos
creativos y, en especial, con la búsqueda
de un lenguaje musical contemporáneo.
La línea que, a nuestro juicio, se inicia con
Carl Orff y Zoltan Kodaly, quienes pusieron un
especial énfasis en el sentido y la calidad de los
materiales didácticos (ambos enfoques representaron
en su momento una salida novedosa
aunque, como se mostrara luego, cerrada y proclive
por lo tanto al desgaste y a la estereotipia)
se continúa en la década del 60 con los aportes de los pioneros de la pedagogía de la música
contemporánea, casi todos ellos, compositores.
En Inglaterra se destaca en primer término un
George Self (nacido en 1921), a quien le siguen
luego Brian Dennis y John Paynter, más jóvenes;
en Alemania, Lili Friedemann publica en
1969 su trabajo sobre “Improvisación Colectiva
como Estudio y Configuración de la Música
Nueva” iniciando así un movimiento pedagógico
que más tarde incluirá a nuestro compatriota
Mauricio Kagel.
En los Estados Unidos de Norteamérica, se
crea el “Contemporary Music Project” (for Creativity
in Music Education), que con el liderazgo
del compositor Norman Dello Joio y el educador
Robert J. Werner desarrolla una intensa y
efectiva labor en distintas universidades y centros
educativos para promover el acercamiento
entre compositores y pedagogos y actualizar la
educación musical, durante un largo y fructífero
periodo que abarca los años 1963-1974.
En la década del 60 comienza la experimentación
sonora a nivel educacional en Suecia.
Folke Rabe y Jan Bark crean juntos en 1968, a
pedido de las Juventudes Musicales de Suecia,
el primer “Taller de sonido”, del cual emergerán
los materiales didácticos publicados en 1975
por el Movimiento de Educación Popular.
Nuestro país tampoco permaneció ajeno a
estos movimientos y en el año 1971, durante
las Terceras Jornadas organizadas por la Sociedad
Argentina de Educación Musical –con
la presidencia del maestro Rodolfo Zubrisky–
conjuntamente con el Segundo Seminario
Internacional de Educación Musical de la isme
(International Society for Music Education), se
realiza la primera experiencia que promueve
el contacto activo entre pedagogos musicales
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